Quejarse no es una solución

Esta nueva entrada al blog, va dedicada a todos los compañeros de batalla, compañeros de pupitre con los que compartimos tantas horas. Agradecer también a todas aquellas personas que están siempre ahí, en los buenos y malos momentos. Esta carta es para todos ellos.



Queridos lectores, compañeros y amigos:

Después de muchos años con el tratamiento y pegados a una máquina para simplemente poder vivir, hoy quiero compartir con todos ustedes una parte importante de mi vida, una experiencia que ha definido mi camino y me ha enseñado valiosas lecciones. Durante casi 18 años con el tratamiento de diálisis, dependiendo de una máquina para mantenerme con vida. En todo este tiempo, he aprendido que quejarse no es la solución, y quiero compartir mi historia para transmitir un mensaje de positividad y esperanza.

En el comienzo de este viaje, el camino parecía lleno de obstáculos y desafíos. Extrañaba la libertad de no depender de la diálisis, añoraba los días en que podía vivir sin tener que preocuparme por una máquina. Pero con el tiempo, aprendes apreciar la vida de una manera diferente, con más calma, desde otra perspectiva y con mucha más paciencia. Descubres que, a pesar de las limitaciones, la vida todavía podía ser hermosa y significativa.


Uno de los aspectos más enriquecedores de mi experiencia en diálisis ha sido la oportunidad de conocer a personas maravillosas. Los compañeros que he conocido en diálisis se han convertido en una parte fundamental de mi vida. Juntos hemos compartido risas, historias, y nos hemos apoyado mutuamente en los momentos más difíciles y complicados. Aunque a veces echamos de menos a aquellos que ya no están con nosotros, seguimos adelante con su recuerdo en nuestros corazones.

A lo largo de todos estos años, he aprendido que la queja no cambia la situación, pero el optimismo y la gratitud sí. En lugar de centrarme en lo que no puedo hacer, me concentro en lo que puedo. Valorar las pequeñas cosas y alegrías de la vida, como una conversación significativa, una sonrisa cálida o un atardecer hermoso, ha sido y será siempre una fuente constante de felicidad.

La diálisis me ha enseñado a ser fuerte, perseverante ya no darme por vencido nunca. Descubrir la resiliencia dentro de mí que ni siquiera sabía que existía. En lugar de ver la enfermedad como una carga, la veo como un regalo que me ha permitido vivir y experimentar la vida de una manera única y diferente.

Mi mensaje para todos ustedes es simple: no importa cuál sea el desafío, quejarse no es la solución. Enfrentemos la vida con valentía, aceptemos las circunstancias que no podemos cambiar y enfoquémonos en lo positivo. La vida está llena de belleza, cosas buenas y oportunidades, incluso en medio de las adversidades hay resquicios de alegrías, aprovéchalas.

En estos 18 años de diálisis, he aprendido que el amor, la gratitud y la esperanza son poderosas fuerzas que pueden transformar la vida. En lugar de enfocarme en lo que me falta, celebro lo que tengo. Mi corazón está lleno de amor y agradecimiento, y eso me ha llevado a vivir una vida plena y significativa. Decir que he tenido una gran suerte en la familia y amigos que me ha tocado, los que me rodean han estado siempre a mi lado y siempre me han aportado tranquilidad y esperanza en todo este tiempo.

Así que, querido lector, te invito a mirar tu propia vida con nuevos ojos, desde otra perspectiva. Aprende de las dificultades y no dejes que las quejas te impidan ver la belleza que te rodea. La vida es un regalo precioso, y cada día es una oportunidad para encontrar la felicidad, la gratitud y el amor.

Quejarse no es la solución, vivir con alegría y amor sí que lo es.

Disfruta de la vida luego dónala, blog donavida.

Saludos cordiales.

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